martes, 2 de agosto de 2016

TAN FRÁGIL COMO EL VIDRIO (Ejercicio teatral)


Porque en la vida no hay música, no se tienen pistas. La mayoría de las cosas sucede en silencio. Vives la vida hacia delante y la recuerdas sólo hacia atrás. Nada se vuelve a vivir, solo se recuerda y eso de manera incompleta. Y la vida no es tan sencilla como el argumento de una película, hay demasiadas cosas que recordar. 
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Nuestra casa está hecha de vidrio... y nuestras vidas están hechas de vidrio, y no hay nada que podamos hacer para protegernos a nosotros mismos. 

Joyce Carol Oates



Aunque básicamente esta bitácora trata de poesía y diferentes lecturas que voy haciendo, re-lecturas y re-escrituras en muchas ocasiones, hoy quiero compartir algo diferente: una escena de mi obra de teatro Tan frágil como el vidrio, recién publicada en Amazon... 

Shara descubre cierta tensión sexual entre su chico y Laura. Con el propósito de retener al muchacho planifica una cena donde dejar en ridículo a su rival, para ello cuenta con el apoyo de un aliado poco convencional: Oscar; pero no imagina que ahí precisamente está el mayor peligro… 

Estos son los antecedentes de la escena siguiente donde, por medio de provocaciones y desafíos, Laura y Oscar se enfrentan en busca de una verdad imposible...  Aquí os dejo la  historia...




ESCENA VI



Oscar: (Arrastra una silla y se sienta cerca de Laura.) ¿Viste mi bufanda?

Laura: ¡Oh sí, es magnífica!

Oscar: ¿Y qué más?

Laura: (Hace como si buscara algo en toda la habitación.) ¡Magnífica!

Oscar: (Haciendo una mueca.) Me admira la gran cantidad de adjetivos que ustedes conocen. Todo es, ¡Magnifico! Desde las pirámides de Egipto hasta una ración de papas fritas. (Se levanta y le pone la bufanda cerca del rostro.) ¡Obsérvala bien! ¿Te parece poca cosa?

Laura: No, Oscar. Si te he dicho que es magnífica.

Oscar: (Le enreda el cuello en la bufanda y hace como que la ahorca.) Magnífica no, tonta. (Aprieta.) ¿Ves? Es fuerte, podría ahorcarte con ella, y entonces haría juego con tu pelo negro, porque es blanca. ¿Me oyes? ¡Blanca! (Laura aterrorizada se lleva las manos a la garganta.) pero no te asustes. (La suelta y le pasa la bufanda por el cuerpo.) Mira, también es suave, de seda. Y lo más importante, (La obliga a mirar la etiqueta.) ¡Es de París!

Laura: ¡Y a mí qué me importa? (Mirando a Oscar y al cigarrillo que tiene en la mano.) ¡Ay! Oscar, ¿te ha hecho daño el trago?

Oscar: No, mi niña, no. Simplemente te daba una lección sobre las muchas posibilidades que existen para describir algo. O sea, que te he presentado al único, inigualable y esencial ¡Adjetivo! (Transición.) Ahora veamos lo que has aprendido. Bien Laura, dime: ¿Cómo es mi bufanda? (Laura calla asustada.) ¿No puedes? Vamos a darte otra ayudita. (Oscar vuelve a rodear el cuello de Laura con la bufanda, esta se queja por lo bajo. Tiembla.) No te asustes. He cambiado mi método. Imagina que le haces el amor a mi bufanda. (Laura abre los ojos desmesuradamente.) ¿Te da pena? (Ella asiente la cabeza.) Bien, entonces vayamos hasta la cama. (La empuja hasta allí.) Acuéstate y piensa en la bufanda. Échala encima de ti. ¡Abrázala! ¡Bésala! ¿Tampoco puedes? ¡Sííí… qué bien! Concéntrate en la bufanda mientras yo me fumo otro cigarrillo. (Oscar va hasta la silla donde ha quedado el bolso de Laura y enciende un cigarrillo, mientras Laura desarrolla un juego erótico con la prenda de Oscar, él hurga en su bolso, se unta el perfume de la chica, olisquea el polvo, el lápiz labial, un espejo pequeño y el peine. Regresa hasta la cama.) ¡Muy bien! ¡Estás excitada! ¡Huélela! ¡Muérdela! ¡Acaríciala! ¡Clávale las uñas! Piensa que la bufanda es Víctor. ¡Así, asííí! ¡Que rico! ¡Grita! ¡Que grites, coño! (Laura suelta un grito desgarrador a la vez que interpreta su orgasmo. Oscar, presa de una gran excitación, comienza a aplaudir mientras la muchacha se recupera y va tambaleándose hasta la silla.) ¡Bravo! ¡Bravísimo! ¡Estupendo! ¡Genial! ¡Divino! Muchachita, tú llegarás muy lejos.

Laura: (Arreglándose el pelo con los dedos.) ¿Estoy muy despeinada?

Oscar: Solo un poquito, pero te vez muy bien así. Hasta mejor, diría yo. Bien volvamos a nuestro examen. Dime Laurita: ¿Cómo es mi bufandita?

Laura: Tu bufanda es… blanca… hummmmm… suave… fuerte…

Oscar: Muy bien. ¿Y qué más?

Laura: Es…  de París… de seda… huele a gardenias… es viril como Víctor, sensual como Víctor, tiene el sabor de Víctor.

Oscar: ¿Te gusta tanto como Víctor?

Laura: Yo no he dicho que me guste Víctor.

Oscar: Pero te meas por él.

Laura: No te importa.

Oscar: Sí me importa. Me importa y mucho.

Laura: ¿Y eso, acaso pretendes…?

Oscar: ¡Yooooo! ¡No! ¡Nunca! No está dentro de mis cánones. Yo prefiero a los niños más sensuales, inocentes.

Laura: Entonces ¿qué te va en ello?

Oscar: Me preocupa Shara. Ella es tan débil. Un golpe semejante la destruiría. Además, ella es mi amiga, y defender su relación con ese niño es para mí una cuestión de principios.

Laura: ¿Y de cuando acá los pájaros tienen más principios que los del culo? ¿Crees que soy imbécil? (Levantándose y caminando hasta Oscar.) Víctor te gusta tanto como me gusta a mí. Anoche en el estreno de la obra sólo tenías ojos para él, para sus hombros, para el torso semidesnudo y cubierto de pelo y sudor. (Oscar se tapa los oídos.) Por eso lo hiciste así, tan viril como Stanley, tan macho que nadie puede resultar indiferente a la fuerza de su cuerpo.

Oscar: (Gritando.) ¡Mentira! ¡Mentira!

Laura: No me engañas, Oscar. Esa indiferencia no es más que una maña de pájaro viejo. Sólo le das cordel. Lo humillas para que te mire, para que repare en ti, como en las mujeres que pasan por su lado. Pero ¿sabes una cosa?, él te mira con odio, con asco. En cambio, a mí me desea. Es como un potro que no puede contenerse ante el olor a sexo de una yegua joven y fuerte como él.

Oscar: Habla más bajo. Pueden oírte.

Laura: Qué me importa a mí que me oigan, bajo esta apariencia de niña tonta hay una mujer muy fuerte, capaz de arrasar con todo lo que se ponga en medio de Víctor y yo. No a esa estúpida de Shara, a ti mismo te arrastro si te opones.

Oscar: (Enfrentándosele.) Nos arrastraremos.

Laura: (Irónica.) ¿Le pegarías a una mujer?

Oscar: Tú no eres una mujer, eres el demonio. (Transición.) ¿Tanto te gusta? ¿No sientes pena por ella?

Laura: ¿Quién siente pena por mí? ¿Acaso no procuras tú hacer lo mismo?

Oscar: Nunca lo haría. A mí me basta con verlo, con hablarle de las cosas que me gustan, regalarle algún pañuelo, algún libro, ir con ellos al teatro o a un restaurante; acariciar las manos que él besa, besar las mejillas que muerde.
Laura: ¿Y qué te hace pensar que si estuviera conmigo sería diferente?

Oscar: Eres egoísta Laura. Incapaz de entender la forma de mi amor.

Laura: Cierto. Para ti Víctor no es más que otra bufanda. (Camina hasta la mesa y se sirve otro trago de ron, mientras Oscar abraza la bufanda e intenta reponerse del golpe.) ¿Habrán ido a buscar el hielo a la Antártida?

Víctor: (Entrando a escena seguido de Shara que se arregla como puede el vestido.) Nos hemos perdido algo.

Laura: (Sonriente.) Casi nada. Una mag-ní-fi-ca disertación de Oscar sobre la utilidad de las bufandas.

Víctor: (Colocando los vasos y el hielo sobre la mesa.) Si era de Oscar seguramente sería magnífica.

Shara: Sin dudas. (A Oscar que todavía no se ha repuesto del todo.) Pero Oscar, te sucede algo. (Se le acerca.)

Oscar: (Se pone rígido y articula algo inteligible. Laura y Víctor también se le acercan. Oscar grita.) ¡Nooooooooo! 

(Cae en los brazos de Víctor. Apagón.)





MARGINALIA: La vida no es tan sencilla como imaginamos, siempre está escapándose de los límites que intentamos imponerle. / Este ejercicio teatral, como prefiero llamarlo, es un juego erótico que quiere provocar al lector, desafiar sus convenciones éticas desde la pública intimidad de un escenario. / Representar no solo es un recurso expresivo del teatro, también lo es de la vida; así nos queda una razón para seguir mintiendo, protegiéndonos de nosotros mismos. / Otras escenas de Tan frágil como el vidrio.


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