martes, 5 de julio de 2016

EL HAMBRE DE LA PATRIA (II)

Sigue, sigue adelante y no regreses, 
Fiel hasta el fin del camino y tu vida, 
No eches de menos un destino más fácil, 
Tus pies sobre la tierra antes no hollada, 
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.




Algo se rompe en ti cuando cambias, cuando la gente sale de tu vida y su viaje parece definitivo.  Algo recóndito nos hace a los poetas sentir las cosas de un modo especial, tenebroso dirían algunos, pero lo cierto es que cuando la mayoría ve los fuegos de artificio, disfruta su luminosidad, en los poetas sucede una penumbra inequívoca sobre la que brillan aquellas figuraciones de la existencia. 

La poesía es un pacto que uno firma con algo que está más allá de uno mismo, y que de algún modo le castiga y gobierna. Es una emulsión dolorosa que sobreviene en cualquier momento inmediato a la experiencia, o que permanece en un lugar recóndito de la memoria, guardado en secreto hasta que se extingue o brota incontenible.

Mientras espera que llegue esa reverberación de lo secreto uno vive, o cree vivir, de espaldas a la poesía, sin querer darse cuenta de que ella está allí, agazapada y perenne, dispuesta a su próxima dentellada... y viajar, escapar de uno mismo, como se fuga de las cosas que nos sostienen...



Lección de geografía / Enero 15, 2014



Pienso: Miami, y es como si no existiera mi casa. Nadie ha comprado papel, hecho un tajo al lápiz, y no tengo nada para escribir, para hacer un punto, un punto y aparte, o dos puntos; después de decir Miami, u otras palabras ocultas en mi rostro.

Mi hermano y su mujer han dicho Miami, y quedo mudo, cual si un petardo de silencios estallara en mi cabeza y no pudiera ver que hay detrás de esa palabra, del simple camino que abre para el mar en los días próximos.

Miami, digo Miami dos veces, como si no fuera una región del país que fuera a visitar y ver a mi familia, jugar con mis sobrinos en el parque, o conocer a un hombre tan perfecto como tú, o quizás algo más joven y hermoso. 

Miami, repiten los hijos con sus padres, cual si dijeran patio y jardín. Miami, y brillan sus ojos, porque en ellos es otro mundo, sueño y raíz, una costa que no verán sus abuelos, donde no voy a estar para ese almuerzo dominical de los recuerdos. 

Miami, Miami, Miami, un gesto nacional para quebrar el polvo; porque nadie ha sabido sacarle punta a las letras y no tengo una hoja de papel, un poema que me permita invocar un horizonte menos solaz para ese sustantivo.

Miami, Miami, Miami, pienso una y otra vez, para convencerme de que no hay palabras buenas o malas, solo el ruido de un adiós; y Miami también será el mar, árbol y raíz, Patria y amor.

Miami, pienso yo, y parece que en mitad de esta provincia alguien nos llama del azul, al otro lado de la tierra, mientras la patria huye de mi corazón y se fragmenta en el hambre.

Miami, digo una y mil veces; mientras rezo, porque algún día el viaje a esa ciudad, tan cerca y tan lejos, no sea definitivo.





MARGINALIA: Figura recurrente es el hermano en mi poesía. Quizás aún no he crecido lo suficiente como para ignorar su presencia, y la necesidad de anclarme a él en cada paso de la vida. / El tiempo no vivido a tu lado, en ti, contigo; se hace siempre frugal, o tal vez demasiado corto. Es mi necesidad de tu afecto lo que me hace escribirte, buscarte en todos los sitios de mi vida. / Este poema aparece en El Hambre de la Patria (1972: Unplugged).  

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